Es extraño. Hoy conversaba con Seba y Ala (personas con las cuales conversaré bastante este semestre simplemente por tener los ramos juntos lo que dará la oportunidad de llevar a cabo esas pláticas elevadas varios días seguidos) percatándonos de estar en la mitad de la carrera, de ser alumnos de 3º en una situación en la que uno mismo se ve como un adolescente de 15 años, preocupado de situaciones anexas y sintiendo que aún queda mucho por vivir.
Pero las cosas son distintas. Ha pasado el tiempo y como bien dijo Ala, los otros son los que se percatan del avance (no me gusta el concepto de maduración, siempre lo he sentido demasiado estático). Uno suele estar preocupado de otras cosas o demasiado preocupado de cómo se es, para lograr la objetividad requerida y mirarse al ombligo con precisión.
Lo único de lo que me he percatado es que últimamente agradezco haber elegido una carrera que no me apasiona. Elegir un quehacer que no consista en tu pasión puede ser horrendo, el proyectarse haciendo algo que no te agrada ciento por ciento le provoca a varias personas un conflicto increíble, el cual se da al principio de la carrera, pero que con el tiempo crea a dos tipos de personas, las que eligen algo que las apasione y las que siguen con lo que no les gusta para nada (distintos motivos para el seguir en ello).
Ese agradecimiento se me presentó cuando imaginé el estar estudiando filosofía, percatándome del grave error que significaría ello, no porque filosofía fuera una materia nefasta para el alma humana (absolutamente al contrario, de hecho es mucho más probable que derecho lo sea), sino que el centrarse tanto en un área disminuye notoriamente la intención de conocer otras áreas del conocimiento, limita en mi mapa mental, en un mapa donde las ganas de conocer otras cosas esta tan latente, que un límite sería perjudicial.
1 comentario:
hola !
La gente está cansada
algunos de entrar a sus universidades
otros de trabajar
y otros de no hacer mucho por sus vidas.
saludos !
www.elviejosobreviviente.blogspot.com
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