lunes, mayo 21, 2007

Gente

. La gente, de esa palabra hemos escuchado un montón de predicaciones generalmente negativas, qué es una masa amorfa incapaz de hacer algo por sí misma, que tiene a los gobernantes que se merecen, que son arribistas, vagos, estúpidos, insensatos, irascibles, no dignos de nada, aprovechadores, irracionales, entre muchos otros aspectos, normalmente negativos. Pero, en definitiva ¿qué es la “gente” realmente en esta sociedad chilena?. ¿Es acaso una proyección de lo que uno no quiere de sí mismo y de los otros?, porque generalmente el uso de ese apelativo tiene como objeto mencionarle a los pares lo que uno no es y nunca será, ya que él y sus amigos suelen ser absolutamente lo opuesto, nunca incluyéndose en el concepto aludido y por ende no siendo “gente”.

¿Que se “es” entonces?, si al final lo que entendemos por “gente” es a la sociedad en su conjunto, ¿o acaso es lo que provoca la sociedad en nosotros mismos?, nos transformamos en una vorágine de predicaciones negativas generalmente destructivas que impiden y tropiezan los avances que como individuos deseamos y que según el decir, hacemos todos los días. Pero, como ya se puede apreciar, la única manera de que la sociedad no nos afecte y de que no seamos “gente” es que no participemos de la sociedad, no vivamos compartiendo con otros, ni actuando con otros, por ende el “ser gente” termina siendo una constante generalizada en todos los individuos, y por ende esas “malas predicaciones” pasan a ser parte integral de nuestro ser.

Al final eso refleja una situación esencial del espíritu chileno, la dicotomía entre el ser y el parecer (¿querer ser?).

sábado, mayo 05, 2007

Mujer

Sé que trataré de hablar desde la experiencia o desde lo que yo creo, pero terminaré en la idealidad, es difícil ir en contra de la naturaleza propia.

Uno que pertenece al género masculino y a pesar de muchos esfuerzos no puede no ver a la mujer como un ser ajeno, a pesar de compartir la misma “esencia”. La mujer desde el punto de vista físico, psicológico e ideal, siempre descoloca al hombre, incluso sea este homosexual, porque posee parámetros que a la mentalidad masculina le es sumamente difícil de captar (y viceversa). Primero esa intuición manifiesta y una espiritualidad extraña, que provoca incipientemente la captación de realidades distintas (colores diversos, olores varios, enunciados sub-textuales, etc) a las que absorbe una mentalidad esencialmente física del hombre, lo otro es su ritualidad y la aspiración a la idealidad como contemplación, un asunto que no se me ha presentado de manera más pronta comparándolo con la intuición, pero que diferencia sustancialmente a la mujer con la mente intelectual y por ello crítica del hombre. El hombre es incapaz de concebir los dogmas sin criticarlos, sin cuestionarlos, mientras aparentemente las mujeres en general son mucho mas perceptivas ante estos asuntos, logran captar de mejor manera la espiritualidad (sin cuestionarla necesariamente como lo haría un hombre “despierto”) y asimilarla en su interior, viviéndola. Obviamente existen mujeres que poseen en gran cantidad el rasgo de la fisicidad y la intelectualidad, pero nunca perdiendo su esencial intuitudad y espiritualidad y por ello, descolocando al individuo masculino de igual modo.

Los tiempos actuales han creado nuevos tipos de mujeres, ya no son el ejemplo de idealidad que muchos hombres tenían en siglos pretéritos (ocurre lo mismo a la inversa), sino que el gusto por la independencia y la libertad, otorgó un nuevo tipo de mujer, una mujer mucho más “masculina”, que adopta la actividad esencial del hombre, esa actividad que lleva a gozar de la fisicidad y de la intelectualidad, esto ha descolocado al hombre contemporáneo, ya que una mujer independiente al no necesitar la misma protección que antaño le quita el “objeto de protección” que el hombre busca generalmente, dirigiendo su mirada hacia otros “objetos” a los cuales proteger, pero por ello mismo desnaturalizándose, volviéndose necesariamente más femenino en contrapartida a la masculinización de la mujer, aunque ello no impide que sigan existiendo las diferencias esenciales. Ya la caballerosidad pasó a un segundo plano, los románticos de antaño perdieron su batalla y la búsqueda de las mujeres castas una ilusión, es un tiempo de ideales desechos, valores transables y materializados, no hay tiempo para idealismos, sólo materialismos empiristas. Entonces, ¿qué es la mujer en definitiva?, ¿cómo captan, conocen y relacionan las mujeres? ¿ellas son capaces de captar nuestra mentalidad o en definitiva sufren de las mismas limitantes que nosotros a la hora de captar al género opuesto?. Respuestas aún sin resolver.

Al final no hablé de cómo percibo a las mujeres sin ligarlo a lo ideal, aparentemente no puedo ver a la mujer como un objeto físico sin sentirme asqueroso y miserable por ello, siendo la única forma de verlas, sin la sensación de auto-repulsión, como un ideal, como algo hermoso que se contempla muchas veces, que se observa, pero que no se toca, que no se “usa”. Debí haber nacido en el siglo XIX.